La primera aplicación
clínica de la infiltración local de toxina botulínica se realizó en 1977 como
tratamiento corrector del estrabismo, una patología oftalmológica caracterizada
por la hiperactividad de los músculos encargados de movilizar el globo ocular.
Desde entonces, su uso se ha extendido no solo en el ámbito de la medicina sino
también en el de la estética.
Tipo A
Ha sido utilizada mayormente en las
siguientes patologías: estrabismo, blefarospasmo, sincinesias post paralisis
facial o espasmos hemifaciales; espasmos laríngeos, disfonías focales tales
como:
- Tortícolis espasmódica.
- Distonia lingual, laríngea, oromandibular, de la mano o sintomática de la torsión.
- Espasticidad del miembro: paraplejia espástica hereditaria, espasticidad del miembro secundaria o esclerosis multiple.
- Hemiplejia espástica
- PCI
- Acalasia del esófago: fracaso de terapia convencional.
- Hiperhidrosis focal
- Ptialismo (secreción excesiva de saliva)
- Mioquimia y trismus faciales asociados a mioquimia postradiacion
Tipo B
- Distonia focal.
- Movimientos anormales: espasmos, temblores.
- Contracciones inapropiadas: espasticidad, contracturas, radiculopatias.
- Estrabismos.
- Cosmetica.
- Sudoración excesiva.
- Lagrimeo excesivo.
Contraindicaciones
No existe ninguna indicación
que excluya a ningun tipo de paciente, pero una medida de precaución debe ser
no tratar a mujeres embarazadas. Cuando un paciente toma medicinas
anticoagulantes, la Toxina Botulínica debe administrarse con especial
precaución. Por supuesto, el doctor decidirá en cada caso individual qué
terapia debe aplicarse o qué otra forma de tratamiento puede ser más apropiado.
Siempre es muy importante hacer saber a tu
médico si estás tomando algún otro tipo de medicamento. Ciertos antibióticos u
otras medicinas que interfieren los impulsos nerviosos a los músculos, pueden
aumentar el efecto; sin embargo, normalmente se puede tratar a los pacientes
con Toxina Botulínica a pesar de que estén tomando otros fármacos.
Efectos secundarios
Se ha observado como la administración de
la toxina botulínica puede dar lugar en ocasiones a algunos efectos sistémicos
que son generalmente leves pero que deben ser tenidos en cuenta. Son
principalmente los siguientes:
Aparición de anticuerpos antitoxina botulínica ; se han detectado anticuerpos en pacientes tratados con toxina botulínica, principalmente en casos de distonía cervical, aunque también con blefaroespasmo. La incidencia de aparición de estos anticuerpos según los diferentes autores se sitúa entre un 3 y un 57%. Esta variabilidad está causada muy probablemente por las diferentes técnicas empleadas en la detección. Los anticuerpos antitoxina botulínica aparecen con más frecuencia en aquellos pacientes que han recibido aplicaciones mas repetitivas, dosis mas altas o aplicaciones suplementarias. No parece tener relación con la edad del paciente, la duración del tratamiento, el número de aplicaciones o la dosis total acumulada. Con los datos disponibles actualmente no se podido correlacionar la presencia de este tipo de anticuerpos con la aparición de resistencia al tratamiento.
Fatiga generaliza con leve debilidad y síntomas (nauseas, somnolencia, cefalea, malestar general, etc.); la valoración electrodiagnóstica es normal lo que indica que estos síntomas no son debidos al efecto de la toxina botulínica en la transmisión neuromuscular.
Los
pacientes también pueden desarrollar signos de disfunción autonómica; así
en pacientes con tortícolis se puede producir una parálisis de la musculatura
lisa de los conductos salivales produciendo sequedad en la boca.
Así
mismo, se han demostrado alteraciones leves en los reflejos
cardiovasculares.
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